Es la fricción de los órganos genitales lo que más importa



Con los asegunes de la fantasía masculina tradicional se entrecruzan los géneros y, en la marcada inclinación por la lujuria, queda denotada la especificidad de dos hembras;  flachazos  al androcentrismo, a la hegemonía fálica.

La poeta ha metido el alma de un hombre en la envoltura de una mujer y ahora el formato artístico es estrictamente masculino por su camuflage ambivalente.

Aunque la máscara del «ángel del hogar» ha caído al suelo y los roles sociosexuales de la caballera se han invertido, en la ruca se manifiesta la sintomatología sicológica de la prioridad del macho.

La idealización de los valores masculinos como feminismo de segundo nivel en las maniobras —y tácticas amorosas del donjuan y en la plenitud del fetichismo seductor— se sulfura imaginación cachondera que simboliza en sus calores vaginales el artefacto de la energía primigenia.

Y cuando dicho artefacto cumple su función excretora, la contraparte amorosa se trasmuta en un pez gigante: «dame tu canto de ballenas».

La chuchis acepta con gratitud la manifestación del poderío («dame duro, hazme parir) y, dominada y subyugada en la floripondia lujuria, rinde honores al animal rugiente.

Expuesta la acción de copular en su estado más puro y desgarbado, se escucha, a manera de remate, un seco y duro sormán de papagayo, sin más utilidad que la insignificancia retórica.

—¡Al diablo con eso! Es la fricción de los órganos genitales lo que más importa.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Bajarse al charco

SEUDOPOEMAS PROTOPELOTUDOS • ODA AL PEINE DE BRUNO RUIZ